El mercado de los videojuegos en los años 80 estuvo completamente
dominado por la compañía japonesa Nintendo. No tuvo rival
hasta la irrupción de la consola Sega Mega Drive, a
finales de la década, en una dura contienda personificada en las mascotas Mario y Sonic, recogida en
libro «Guerra de consolas: Sega, Nintendo y la batalla que definió una
generación», de Blake Harris, recientemente publicado en EE.UU. Juego sucio,
técnicas agresivas de marketing, decisiones estratégicas alocadas, planes
equivocados y grandes ideas marcaron ambos bandos.
La historia de los videojuegos
habría sido diferente si, según revela el libro, Sega hubiera firmado su
alianza con Sony a principios de los años 90 para dar el salto a
los gráficos en tres dimensiones. Nintendo había roto previamente el acuerdo con Sony en favor de Philips, y la filial de Sega en América se apresuró a negociar
con la compañía electrónica; pero su matriz japonesa se opuso, y creó su
fracasada consola de 32 bits, Saturn, con sus
escasos 9,5 millones de unidades vendidas. Sony finalmente lanzó su propia
máquina, la PlayStation, y vendió 102 millones de unidades.
La jugada fallida se volvería a
repetir. Sega América negoció con Silicon Graphics
(responsables de los efectos especiales en las vanguardistas «Terminator 2» y «Jurassic Park») para
adquirir su chip revolucionario, el SGI. Según explica el entonces director de
la filial, Tom Kalinsky, la matriz japonesa se opuso de nuevo.
Nintendo adquirió el avance, creó la revolucionaria Nintendo 64 y vendió 33
millones de unidades.
Marketing
agresivo
Las técnicas de marketing agresivas
de Kalinsky fueron grandes culpables del éxito de Sega a principios de los años
noventa. Nintendo dominaba absolutamente el mercado con su NES (61 millones vendidas) mientras que el intento de Sega para rivalizar en el
mercado de los 8 bits, la Master System, solo
colocó 13 millones en todo el mundo. Sega se presentó como avanzadilla
tecnológica con su máquina de 16 bits, Mega Drive (1988), y colocó 40 millones,
casi tantas como su rival directa Super Nintendo (1990),
con 49 millones vendidas.
Kalinsky logró recortar tanta
distancia en tan poco tiempo con anuncios dirigidos a un público adolescente y
juvenil, y la desacreditación directa de NES
como un simple juguete para niños. Convenció a
los grandes almacenes de romper sus acuerdos de exclusividad con Nintendo. La Génesis, así se llamaba Mega Drive en Estados Unidos,
se anunciaba en la cadena musical juvenil MTV; Nintendo, entre los dibujos de
la programación infantil.
Sega, además, daba todas las
facilidades a los desarrolladores de videojuegos para ampliar rápidamente su
catálogo; frente a los elevados estándares de Nintendo. El ejemplo del juego de
lucha «Mortal Kombat» ilustraba las diferencias: la sangre roja en Sega era
sustituida por un inofensivo líquido grisáceo en Nintendo. La mascota de Sega, Sonic, era la personificación de ese estilo: eléctrico,
rápido, impaciente, estilizado, con ritmo.
Mario y Sonic
Sonic estuvo a punto de ser muy
diferente si Sega América no hubiera cambiado el diseño japonés, según explica
Harris en su libro, escrito fundamentalmente desde un punto de vista centrado
en Estados Unidos. El modelo original japonés contaba con colmillos, un collar
con pinchos y una novia llamada Madonna. La azulada mascota definitiva, tras el
rediseño americano, fue un éxito y se convirtió en el primer gran rival de Mario, en un enfrentamiento que continuó hasta la renuncia de Sega a fabricar
consolas tras sus sonoros fracasos. Ahora, como símbolo de claudicación, Sonic comparte juegos con Mario en títulos de Nintendo.
Consolas
fallidas
El éxito de Mega Drive no tuvo
continuidad en los nuevos sistemas de la compañía a mediados de los años
noventa. Los numerosos periféricos para aumentar su potencia (como Mega-CD o 32X) no fueron bien
recibidos. PlayStation arrasó a la Sega Saturn. La última bala, la vanguardista
Sega Dreamcast (1998), no tuvo el éxito esperado; a
pesar de las buenas críticas solo vendió 11 millones de unidades. La compañía
japonesa ahora se dedica a desarrollar videojuegos y a las máquinas
recreativas, donde siempre ha sido una potencia.
Nintendo ganó la guerra. Creó la
portátil Nintendo DS y la Wii, y vendió 154
millones y 100 millones de unidades respectivamente. Ahora se reparte el
mercado con la serie PlayStation de Sony y las Xbox de Microsoft, con una consola, Wii U, por debajo de las expectativas en ventas a la espera de un nuevo golpe de efecto para mantenerse como la compañía
de videojuegos de todas las generaciones.
Fuente: ABC.es
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