Aunque todavía faltan varios años para que los
coches sin piloto Google Cars circulen libremente por las autopistas y las
avenidas de nuestras ciudades y Google todavía no sabe si
quiere encargarse de su diseño o vender un software abierto que
puedan aprovechar otros fabricantes, la compañía ya se encuentra en conversaciones con varias automovilísticas.
Así lo recoge el Wall Street Journal, que hoy publica que
algunos ejecutivos de la compañía, como el director del proyecto Google Car, Chris Urmson, desvelaron que el gigante de Internet ha
estado hablando con distintos fabricantes de coches –sin citar
nombres concretos-, aunque todavía no ha tomado ninguna decisión.
«Estamos pensando ahora mismo en cómo llevar este coche al
mercado»,
ha declarado Urmson, que también ha querido especificar que, probablemente,
falten, al menos, seis años para que los coches autoconducidos estén en la calle, a pesar de que Sergey
Brin, el cofundador de Google, habló hace medio año de un período menos
abultado, de unos cinco años.
Urmson también ha dicho que él y su equipo se
encuentran intentando discernir si lo mejor es que sea
Google el que diseñe su propio coche o si es preferible, por el
contrario, crear un sistema operativo que esté a la disposición
de los fabricantes del sector, al estilo de lo que Android supuso en el terreno
de los smartphones. En cualquier caso, el ingeniero parece convencido de que,
dentro de un tiempo, «un número muy significativo de coches
portarán tecnología Google».
Google lleva años trabajando en su proyecto de automóviles sin conductor, desde que, en 2005, un
grupo de 15 de sus ingenieros creasen, en el Stanford Artificial
Intelligence Laboratory, el vehículo Stanley. Desde entonces ha
llovido mucho, lo suficiente para que ya el pasado mes de noviembre Urmson se
atreviera a afirmar que, tras más de 300.000 millas (482.800 kilómetros), los Google Cars ya conducían «mejor que tú y que
yo».
Ahora mismo el gigante de Internet se encuentra
entrenando a sus autoconducidos Google Cars para que aprendan a moverse por las, en
apariencia, caóticas calles de una ciudad, algo que, defienden sus ingenieros,
puede resultar fácilmente predecible para un ordenador a través del software
adecuado.
Fuente: ticbeat.com
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