Hace dos años los más enterados hablaban de un nuevo fenómeno relacionado con las redes sociales conocido como FOMO (Fear of Missing Out), cuyas siglas en inglés se corresponden con el “miedo a perderse algo”. Parece que el 2014 ha cambiado una de las letras y el sentir de muchos usuarios: lo que se lleva ahora es el JOMO, el Joy of Missing Out o la alegría de permanecer fuera del mundo 2.0. y, en consecuencia, de cierta parte del offline. Solo por salud menta.
Aunque el síndrome denominado FOMO se refiera, principalmente, a la ansiedad y dependencia que puede producir la infoxicación en la que a veces nos sumerge nuestra omnipresencia en redes sociales y dispositivos móviles, lo cierto es que no solo se trata de eso. Se trata, también, de la incapacidad para encontrar un momento de calma y autorreflexión en un mundo en el que las notificaciones y las invitaciones a eventos asaltan a muchos usuarios cada dos minutos, pero en el que los días siguen teniendo 24 horas. Se trata, además, de esa sensación que algunos experimentan de que sus contactos están aprovechando mejor el tiempo que ellos, un efecto secundario del exhibicionismo y la iconoclastia que a veces tiñen las actualizaciones: a muchos un atardecer no les parece igual de bonito ni de emocionante si no publican una foto en Instagram.
Tanto el FOMO como el JOMO son fenómenos nativos digitales, pero tienen, también, repercusión offline: quien no tenga Facebook ni consulte su correo cada minuto tendrá menos posibilidades de asistir a presentaciones y fiestas y quedará aislado de determinados círculos sociales. Quien sí lo haga, en cambio, corre el riesgo de no tener tiempo suficiente para cumplir con toda su agenda y de entrar en un bucle de estrés.
Estudios recientes aseguran que cada usuario español de correo electrónico recibe una media de 79 mensajes al día –de los cuales, por cierto, el 70% son spam- a los que habría que sumar todos los whatsapps o mensajes instantáneos y las actualizaciones de Facebook, Instagram, Twitter y demás redes sociales. Si el sujeto en cuestión dispone de un smartphone, dicho bombardeo de información viajará de forma casi constante en su bolso o bolsillo. Si su vida personal y la profesional se entrelazan en la red, la combinación puede ser infernal.
El FOMO mezcla el miedo a quedarse fuera de onda –de los planes de ocio, de las conversaciones con los amigos, de los cotilleos, de la vanguardia profesional- por no estar siempre online en el lugar adecuado y el momento adecuado con la incapacidad de gestionar dicho volumen de información cuando éste se presenta en nuestras vidas.
Sin embargo, la corriente JOMO es la opción contraria, a modo de antídoto, abrazada por algunos personajes mediáticos como la actriz estadounidense Scarlett Johanson (que puso voz a un sistema operativo en Her, de Spike Jonze) o la española Elena Anaya, quienes han decidido, por iniciativa propia, apartarse de la presencia multidispositivo de otras celebridades y artistas, que mantienen abiertos y actualizados perfiles en diversas redes sociales, a veces, a tenor de los efectos mediáticos de sus declaraciones, sin demasiada fortuna. A la cantante Rihanna, por ejemplo, le fue cancelada su cuenta de Instagram después de subir una imagen en top less, aunque la plataforma aseguró después que se había tratado de un error, y Russian Red se marchó de Twitter tras un polémico tweet que algunos relacionaron con apología de la anorexia. Alejandro Sanz ha abierto y cerrado varias veces su cuenta en la red social de los 140 caracteres, otra muestra de lo que puede pasar cuando miles de followers leen tus actualizaciones.
A la luz de esta nueva moda empiezan surgir iniciativas como Desintoxicación Digital, una organización que celebra fines de semana offline en los que los participantes deben deshacerse de sus móviles y tabletas y depositar toda su atención en el entorno y en actividades como el yoga o las manualidades. Sus responsables, aun así, explicaron a TICbeat recientemente que trabajan en el mundo de la tecnología y que no abogan por una negación de ésta, sino por un uso consciente y eficiente de ella, como la desconexión durante los días festivos o el horario de comida y cena.
La pregunta ahora es si el futuro está en un no como el que proponen los abanderados del JOMO o en un sí con matices.
Fuente: ticbeat.com
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