Datos de una persona, su domicilio, su DNI o incluso sus
movimientos son fáciles de rastrear. Las operadoras de telefonía o los
fabricantes de terminales disponen de exhaustiva información sobre nosotros.
¿Pueden utilizarla?
El
gobierno de EE.UU. accedía a las principales empresas tecnológicas Bajo el paraguas de la seguridad nacional, el Gobierno de
EE.UU. tuvo vía libre para acceder a las cuentas de millones de usuarios de
todo el mundo. Justificado como una labor preventiva, el escándalo de espionaje
ha reabierto el debate sobre la protección de datos. Este caso recibe su
legitimidad de la no menos controvertida ley estadounidense FISA (Foreign
Intelligence Surveillance Act), que permite espiar sin orden
judicial.
La Agencia Nacional de Seguridad (NSA, siglas en inglés)
de EE.UU. recoge a diario registros de llamadas telefónicas de millones de
clientes de la operadora de telefonía Verizon, en virtud de una orden judicial
secreta. Este hecho, ha demostrado, por primera vez, que bajo la Administración
del presidente Barack Obama, se han efectuado registros de comunicaciones de
millones de ciudadanos norteamericanos de manera indiscriminada y sin tener en
cuenta si los autores de las llamadas han cometido algún delito. Tras este
escándalo, Obama ha asegurado que desclasificará parte del programa Prism que emplean sus servicios de inteligencia, con el
objetivo de mejorar su transparencia y tranquilizar a la población.
Con la ley en la mano, la regla general en España
consiste en que nos soliciten permiso para tratar nuestros datos. Según la Ley Orgánica de
Protección de Datos, es una acción legítima la
grabación de una conversación siempre que sea para proteger un derecho personal
(artículo 7), como a modo de prueba durante un proceso judicial. El operador
telefónico podría saber dónde se encuentra un abonado en relación al área
cubierta por una antena de telefonía, un abonado con nombres y apellidos,
dirección, número de DNI y la cuenta de correo. Sería un dato que no se podría
facilitar a nadie salvo que el propio abonado mostrara su consentimiento. La
única excepción sería por un servicio de atención de llamadas de emergencia.
Operadores de telefonía, compañías tecnológicas y
servicios en internet se han convertido en un contenedor de información
extremadamente detallada de muchas personas, cuyos hábitos en los últimos años
han cambiado de manera considerable y no son conscientes del striptease digital
que pueden sufrir. Tranquilos o no, lo cierto es que los ciudadanos están en
constante exposición de datos sensibles que, si lo pensarán unos instantes,
desearían jugar al juego del Avestruz y enterrar la cabeza.
«Microsoft y Apple saben mucho, pero Google lo sabe absolutamente todo. Las operadoras [telefónicas]
saben infinitamente menos; la operadora puede saber una dirección IP
determinada, pero se puede saber mediante la intervención de un juez, pero es
una información menos sensible», explica para este diario Alejandro Suárez,
empresario y autor del libro «Desnudando a Google». La operadora es capaz de
«saber» el momento en el que se conecta un abonado, pero no va «guardando
nuestro historial de hábitos» a diferencia de una red social como Facebook, que
cuenta con más de 1.100 millones de usuarios en todo el mundo.
Los expertos cuestionan el programa de vigilancia al
considerar que se podría ir más allá de la mera consulta de datos para prevenir
delitos. ¿Quién me garantiza que solo lo van a mirar temas de terrorismo?
¿Hasta qué punto que esa información se está utilizando para la vigilancia de
terrorismo y no para buscar algo relevante de temas públicos?», se pregunta.
La seguridad nacional ha prevalecido sobre la privacidad
de datos en este controvertido proyecto. A muchos usuarios no le importaría
verse espiados porque, total, no tienen nada que ocultar. Tal y cómo está
constituido en nuestro país, la privacidad es un derecho fundamental. ¿Somos
conscientes de lo que compartimos sin tener conocimiento de ello? «El mero
hecho de llevar un dispositivo ya deja un rastro, que como mínimo es la
ubicación geográfica», expresa Víctor Salgado, abogado especialista en
privacidad en internet del bufete Pintos&Salgado.
A través del sistema operativo Android, que se encuentra
en dispositivos como Samsung o HTC, el gigante de internet Google es capaz de
recopilar una ingente cantidad de datos de un determinado usuario, en tiempo
real, en cualquier lugar. «Tenemos que ser conscientes que estos servicios
tienen problemas de seguridad y estas compañías se someten a una legislación
distinta de la nuestra, que es menos protectora de la privacidad. Estas se
ubican en EE.UU. donde no tienen la privacidad regulada, por tanto, los abusos
pueden ser importantes», señala. «No hay una protección de un derecho
fundamental como es la privacidad con la misma solidez que la tenemos en Europa. Allí [por EE.UU.] está subordinada a otros derechos,
estaría un plano inferior como la seguridad nacional», reconoce este abogado.
Por ley, nuestros gobiernos obligan a las compañías a
guardar el registro de las llamadas y también todos los servicios de internet,
así como su actividad. «Que nos están escuchando, eso ocurre. Lo que nos puede
preocupar, es qué usos se dan de esos datos», manifiesta Pablo Teijeira,
director general de Sophos consultora de seguridad en internet. En su estrategia por
distanciarse del Prism, las grandes compañías de internet han venido revelando
los datos que fueron solicitados por el gobierno estadounidense y han tratado
de demostrar que desconocían por completo este programa. «Las autoridades policiales
-incluso en España- piden todos los días datos a las compañías telefónicas y a
las redes sociales, pero si lo hace por medio de un juez, no me preocupa, el
problema es que lo hagan sin pedírmelo, comenta. La pregunta es ¿dónde está el
límite?, ¿hasta dónde puede llegar la prevención? Por prevención se pueden
escuchar todas las llamadas y ver todos los mails, pero no es éticamente
correcto, recalca.
Fuente: ABC.es
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